Una joven pareja de fochas cornudas (Fulica cristata) ha logrado reproducir tres polluelos a los pocos meses de establecerse en el Lago Vivo del Oceanogràfic, lo que constituye un hecho relevante, dado que se suman a las tres únicas parejas reproductoras registradas en la Comunitat Valenciana, a las diez de Andalucía y a otras dos en Baleares, según el censo de 2019 de aves nidificantes.
Clasificada “en peligro de extinción” en el Catálogo Nacional de Aves y “en peligro crítico” en el Libro Rojo de las Aves de España, un solo ejemplar de esta especie es valorable, dado que su población se extingue por las especies invasoras, la reducción territorial de humedales y la caza, ya que es confundida con la focha común, cuyo cobro es legal en España.
La focha cornuda se extinguió en la Comunitat Valenciana en la década de 1950 y, desde el año 1998, esta especie fue objeto de un Proyecto de Reintroducción en la Comunidad Valenciana desarrollado por la Generalitat Valenciana y la Unión Europea a través de fondos Life-Naturaleza que, pese al gran esfuerzo de reintroducción con una gran cantidad de parejas, no ha dado los resultados esperados.
No obstante, “el programa y tanto esfuerzo no fue en vano y nos sirvió para aprender mucho sobre cría intensiva en cautividad, gestión de zonas húmedas o moratorias de caza”, según afirma Juan Antonio Gómez, director del Centro de Recuperación de Fauna, “La Granja de El Saler”, donde actualmente se conserva algunas parejas que aún crían.
Colaboración institucional
Gracias a ello, y dentro de la colaboración estrecha con otros proyectos de la Fundación Oceanogràfic con la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, su departamento de Vida Silvestre cedió el año pasado cuatro ejemplares para introducirlos en el Lago Vivo, donde se ha pretendido que tuvieran un lugar seguro con las condiciones ideales -espacio, hábitat, alimentación, calidad del agua, ausencia de depredadores o caza- ideales para su reproducción, si bien una de ellas desapareció y la otra murió.
“Por su edad era poco probable – afirma Carlos Barros, conservador de Aves y Reptiles del Oceanogràfic- que hicieran su primera puesta este año así es que nos hemos llevado una sorpresa muy agradable”.
Pollos sanos y salvos
De los siete huevos, nacieron en pleno confinamiento por la pandemia tres pollos entre el 29 de abril y el 3 mayo. Como consecuencia de la estrategia que se ha llevado a cabo para propiciar su permanencia continúa en el Lago Vivo junto a sus padres que les enseñan a pescar y bucear.
Los pollos se alimentan naturalmente de la vegetación acuática sumergida y crustáceos, larvas de insectos o moluscos. Además, se han acostumbrado a la presencia humana gracias a los alimentos que le suministran sus cuidadores con pienso e insectos.
Gracias a esa estrategia, recientemente han podido ser capturados para ser pesados, sexados, anillados e identificados con un microchip sin que hayan rechazado el punto de recogida, de modo que tras su “experiencia” veterinaria han continuado en la misma zona y con sus padres con total normalidad.
Este logro favorece la impresión optimista de que puedan seguir habitando el Lago Vivo, y se generen nuevas parejas reproductivas, “aunque no consideraríamos un fracaso que abandonaran nuestras instalaciones, puesto que así contribuimos en la medida de lo posible al incremento de la población allá donde fueren”.