Como cada 15 de noviembre, el Oceanogràfic de València está de fiesta, ya que Kylu, la cría de beluga, cumple 7 años. Para celebrarlo, sus cuidadores le han preparado una gran fiesta en la que no falta la tarta de gelatina y hielo, ingredientes favoritos del pequeño.
Durante estos siete años, Kylu ha estado aprendiendo de su entorno. Los constantes juegos con su madre, Yulka, junto al trabajo diario de los cuidadores, que le estimulan mediante las caricias y el contacto directo, han permitido al equipo de veterinaria del acuario, ubicado en la Ciutat de les Arts i les Ciències, revisarlo cada día para asegurar su bienestar.
El trabajo en equipo ha sido esencial para asegurar el éxito de esta cría, que supera los 500 kilos, mide ya más de 4 metros, y come cerca de 25 kilos de pescado al día.
El día a día con él se basa en el juego, la estimulación y el aprendizaje para que colabore voluntariamente en los chequeos, los análisis y los controles veterinarios.
La imaginación de sus cuidadores no tiene límites y son capaces de procurarle juguetes adaptados a su enriquecimiento del animal…como boyas con mangueras de bombero, “medusas” y “sombreros”, que son como una boya partida que se pone en la cabeza.
Y gracias a esta labor, Kylu forma una parte muy importante de diversas líneas de investigación de la Fundación Oceanogràfic, que solo pueden llevarse a cabo en centros muy controlados como el Oceanogràfic de València.
Un regalo único para la ciencia
Un grupo de investigadores, estudiantes de doctorado y veterinarios de todos los rincones del mundo, nutrido por miembros de la Fundación Oceanogràfic y también de la Universitat de València y la Autónoma de Barcelona, estudian el sistema respiratorio y cardiovascular, el bienestar, el desarrollo vocal y auditivo y, finalmente, aspectos del sistema inmune de Kylu.
Además de los avances en el conocimiento científico, la existencia de Kylu y su estudio permiten evidenciar las diferencias en la especie asociadas a su edad, en comparación con la de su madre, Yulka. De igual manera, la constante observación y análisis rutinario de sangre, parásitos, desarrollo biológico y otros parámetros sobre su fisiología, ofrecen datos muy valiosos sobre los primeros años de vida de las belugas.
Un carácter noble e inteligente
Así mismo se ha avanzado mucho estos años en la capacidad de colaboración voluntaria del pequeño con los investigadores de la Fundación Oceanogràfic, para lo cual se progresa en la desensibilización ante determinados elementos no invasivos como el espirómetro o las ventosas.
Kylu ha ido desarrollando un carácter muy noble. Es un animal con una gran capacidad de aprendizaje y sus cuidadores le enseñan elementos nuevos y nuevas metas que asimila enseguida. “Las sesiones de entrenamiento siempre las hacemos desde el lado positivo a través del juego, con lo que resulta una convivencia positiva y enriquecedora”, comentan sus cuidadores. “Es un animal que está muy acostumbrado a este tipo de actividades desde pequeño y se le ve mucho más interés por todo lo que estamos haciendo”.