Al igual que sucede en el medio natural, los visitantes que se acerquen estas semanas al Oceanogràfic, podrán contemplar un ritual de apareamiento muy peculiar y que pocas veces se puede ver en un acuario.

Se trata del cortejo de los tiburones grises (Carcharinus pumbleus) que tiene lugar entre los meses de diciembre a marzo.

En tiempos de celo, los machos y las hembras comen menos de lo habitual, ya que están totalmente concentrados en la reproducción.

El macho es siempre más pequeño que la hembra, a la que persigue rápida y constantemente hasta que consigue su cometido. Durante el proceso, el macho muerde a la hembra en varias zonas de su cuerpo, con movimientos rápidos para estimular la cópula y para sujetarla durante el apareamiento.

Esto le provoca heridas, mordeduras y rozaduras a la hembra; lesiones que se recuperan de forma rápida y con total normalidad, ya que su piel es más gruesa que la del macho y está preparada para ello.

 

 

La diferencia entre machos y hembras

Una de las formas más visibles de diferenciar a los machos de las hembras es que los primeros presentan una modificación en las aletas pélvicas. Dos cilindros llamados “pterigopodios” que hacen la función de pene.

Durante la cópula, el macho emplea uno de sus dos “pterigopodios” para introducirlo en la apertura genital de la hembra, llamada cloaca.