- El pequeño de la familia de belugas contribuye en líneas de investigación de la Fundación Oceanogràfic, que ayudan a la conservación de la especie
- La cría de Yulka y Kairo cuenta ya con casi dos años y medio de vida, pesa 460 kilos y come diariamente 11 kilos de pescado
El bebé beluga del Oceanogràfic de València cumplirá el próximo 15 de mayo dos años y medio. El nacimiento de Kylu fue un auténtico milagro y ahora se ha convertido en una pieza clave para los proyectos de investigación de la Fundación Oceanogràfic y en una animal maravilloso y atractivo para los millones de visitantes.
Parece mentira que Kylu mida ya más de tres metros de longitud, en concreto 319 centímetros, y un contorno de más de dos metros (202cm). Sólo con contemplarlo en la zona de Ártico ya se puede apreciar cómo el pequeño se aproxima al tamaño de su madre, Yulka, y de su padre, Kairo, de poco más de cuatro metros ambos.
A Kylu, que nació con 70 kg, ya le empiezan a asomar los dientes. Se intuyen y se pueden palpar, según pueden afirmar sus cuidadores, claro está. Sin embargo, desde hace más de un año Kylu puede ingerir ya pescado, puesto que estos animales utilizan sus dientes para atrapar presas y no para masticar, por lo que las engullen enteras.
Para tomar referencias, sirvan los datos de que su madre, Yulka, pesa 900 kilos y come diariamente 21 kilos, mientras que Kylu pesa 46O y se alimenta con 11 kilos de especies como el arenque, el capelín, la merluza, la bacaladilla o el calamar.
A veces, los visitantes pueden contemplar en el acrílico cómo Kylu aún mama de su madre ocasionalmente. Este comportamiento en especies de cetáceos como es la beluga, puede no desaparecer del todo hasta pasados los cinco años de edad. Sin embargo, a medida que va creciendo, lo vemos de forma cada vez más esporádica y menos intensa.
Controles semanales
Los entrenadores van controlando su peso y medidas, que se toman semanalmente. De esta forma es posible ir comprobando y asegurando la salud de Kylu y la adecuada evolución de su crecimiento. Además, Kylu participa en regulares controles veterinarios en los que él participa de una forma voluntaria, gracias a la interacción tan estrecha con sus cuidadores y a los estimulantes programas de entrenamiento y enriquecimiento que éstos desarrollan individualmente para él.
A simple vista, Kylu ha ido aclarando su color y ya no es tan oscuro como lo era al nacer. Se trata de un proceso natural en las belugas mediante el cual su piel se va volviendo más y más blanca con el paso de los años. Podemos observarlo en Kairo, el padre que Kylu, que, superando los 55 años de edad, es de color blanco intenso y en su totalidad.
Kylu va creciendo, pero sigue siendo el peque de la familia y esto se ve reflejado en su carácter activo, lleno de energía, juguetón y curioso, que continúa encandilando a sus cuidadores y a cuantos visitantes pueden disfrutar de la oportunidad de observarle de cerca en el Oceanogràfic de la Ciutat de les Arts i les Ciències.
Colaborando con la ciencia
El trabajo de los cuidadores no se limita exclusivamente al entrenamiento, estimulación física, ambiental, o para enseñar a los animales a colaborar voluntariamente en chequeos, análisis y controles veterinarios, sino que, igualmente, gracias a ellos, Kylu ha pasado a formar parte importante de diversas líneas de investigación, que se han abierto desde la Fundación Oceanogràfic, y que sólo se pueden llevar a cabo con estos mamíferos gracias a la proximidad y accesibilidad que el vínculo con sus cuidadores brinda a los investigadores.
De esta forma, los científicos están conociendo con precisión datos difíciles o imposibles de obtener en el medio natural como referidos a su fisiología. También se ha realizado por primera vez ecocardiografías en una cría de esta especie o se ha estudiado cómo funciona su sistema respiratorio e inmunológico.
Otra línea de investigación en la que Kylu ha sido pionero ha sido la acústica. En esta investigación se ha estudiado cómo evolucionan a lo largo de su crecimiento sus capacidades de comunicación a nivel individual, a nivel social con sus padres y con su entorno.
Estos estudios son críticos y están sirviendo para avanzar los proyectos de conservación de esta emblemática especie en el medio natural, el hoy tan amenazado ártico.