Una noche de verano, Carles y Rut, junto con otros amigos daban una vuelta tranquilamente por el paseo marítimo de Sueca. De pronto vieron como un ejemplar de tortuga boba Caretta caretta, salía del mar y avanzaba por la arena. Entonces se realizó la llamada que hizo que la historia de esta tortuga tuviera un final feliz.
Carles llamó al 112 para informar de la situación del animal y seguir los consejos que los técnicos de la Red de Varamiento le facilitaron. Entre ellos, no molestar al animal, proporcionarle tranquilidad, y evitar luces y flashes.
Así lo hicieron y permitieron que la tortuga pudiera desovar 88 huevos en la playa. El personal de Fundación Oceanogràfic llegó a tiempo para anillar a la tortuga antes de que siguiera si rumbo hasta el mar. Además, se traslocaron los huevos hasta el paraje protegido de El Saler, en Valencia, zona de playa menos concurrida. Allí estará vigilado el nido por voluntarios día y noche hasta que eclosionen.
Simultáneamente se llevaron al laboratorio del Oceanogràfic 19 de los huevos de tortuga, para tenerlos en una incubadora con temperatura constante controlada.
Los protagonistas de esta historia, Rut y Carles, gracias a los cuales se activó correxctamente el protocolo de Red de Varamientos, han visitado la incubadora, donde Jose Luis Crespo, veterinario del área de recuperación ARCA del Mar, les ha enseñado cómo están desarrollándose los embriones de forma favorable.
Esta pareja está a la espera de que nazcan las tortugas para tener un colofón de su historia, que les ha marcado tanto, que incluso llevan tatuado el número de placa con el que se identificó al animal.